A bordo del Arctic Sunrise: el barco de Greenpeace que batalla contra los sondeos de Repsol

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De prisionero ruso a icono de la batalla de Greenpeace contra los sondeos petrolíferos junto a las costas de Lanzarote y Fuerteventura. Se trata del Arctic Sunrise, el rompehielos de Greenpeace que fue apresado en octubre de 2013 por fuerzas especiales rusas y ahora, después de 11 meses de inmovilización, vuelve a la acción. Su tripulación pasó tres meses imputada por piratería y encarcelada por las autoridades rusas en medio de un desesperante clima de incertidumbre por protestar contra unas prospecciones de petróleo en el Ártico. Son otras prospecciones, las autorizadas a Repsol a medio centenar de kilómetros de las costas de Fuerteventura y Lanzarote, las que lo han movilizado ahora en Canarias, en el marco de la campaña emprendida por Greenpeace para tratar de frenar a toda costa estos sondeos.

El coordinador de esta campaña es Julio Barea, que llegó este jueves a Gran Canaria en el Sunrise, después de que la nave realizara sendas escalas en las islas de Lanzarote y Fuerteventura, los lugares más próximos a la zona de prospecciones de Repsol. En un vídeo grabado este viernes a bordo del Arctic Sunrise, Barea detalla cómo se incorpora el Arctic Sunrise a la acción tras los 11 meses que permaneció retenido en Rusia, tras una operación de asalto digna de película.

En el vídeo también interviene el capitán del Arctic, el norteamericano Joel Stewart, que lleva 25 años enrolado en los barcos de Greenpeace y pese a todo no ha perdido ni un miligramo de su apasionamiento en la búsqueda de dos objetivos: crear conciencia de la necesidad de detener el cambio climático y rechazar las prospecciones de petróleo en el mar. De los efectos perversos de ambas cosas ha sido testigo directo y relata cómo ha visto con sus propios ojos la reducción de las masas de hielo en el Ártico.

El tercer protagonista de este vídeo es el profesor Richard Steiner, también estadounidense, profesor durante 30 años en la Universidad de Alaska y especialista en perforaciones de petróleo en aguas profundas. Steiner no se cansa de pedir “respetuosamente” al Gobierno de España que frene las prospecciones en las costas de Canarias, pero advierte también del impacto fatal que tendría un vertido si éste se produjera en las cuadrículas de exploración que tiene desplegadas Marruecos en toda su costa. A su juicio, los dos países deberían firmar un tratado para poner fin a la búsqueda de petróleo en el mar, más aún en las aguas profundas.

Este vídeo forma parte de una serie de cuatro entregas, tres de ellas con entrevistas a Barea, Stewart y Steiner, grabadas durante el segundo día de estancia del Arctic Sunrise en Gran Canaria.

Antes de su grabación, durante una rueda de prensa conjunta, Steiner se mostró muy crítico con el expediente de Repsol, que a su juicio no cumple con los mínimos de seguridad exigible para unas prospecciones en aguas profundas como las programadas frente a las costas de Lanzarote y Fuerteventura. El profesor y experto recordó que el Gobierno de Estados Unidos ya pagó “muy duramente su arrogancia” cuando se produjo el fatal accidente de la plataforma petrolífera Deep Water Horizon de BP en Macondo, Golfo de Mexico, en abril de 2010, que causó varias víctimas mortales y la contaminación de cientos de kilómetros de litoral en cuatro estados norteamericanos. A su juicio, el Gobierno de España está a punto de cometer el mismo error y abrir la puerta al riesgo de un derrame de consecuencias fatales para Canarias.

Steiner no confía en los sistemas duplicados de prevención que lleva a bordo el barco Rowan Renaissance contratado por Repsol para los sondeos en Canarias, equipado con dos sistemas BOP (Blow Out Preventer, un mecanismo de bloqueos en cadena cuyo objetivo es evitar derrames de crudo al mar). Pero tampoco en la vigilancia de sus costas por parte de Marruecos sobre las cuadrículas marinas en las que realiza prospecciones a través de acuerdos con petroleras de todo el mundo. Steiner dijo que un derrame en aguas de Marruecos sería tan peligroso para Canarias como un vertido en sus propias costas, “porque los derrames no respetan fronteras geográficas ni políticas”.

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