Cinco ajetreados días de mayo (para algunos, muchos más) tocaron a su fin el viernes, con la clausura de la conferencia anual de la federación internacional de controladores aéreos IFATCA 2014 celebrada desde el 5 al 9 de mayo en el palacio de congresos Expomeloneras, en el Sur de Gran Canaria. Cinco días y sus muchos preparativos previos dan para muchas anécdotas. Como el inagotable trajín del director ejecutivo de la conferencia, el francés Philippe Domogala, disparando instrucciones, recomendaciones o regañinas en inglés. O el nada diplomático tirón de orejas que el experto danés Tom Laursen le dio al director general de Eurocontrol, Frank Brenner, en un panel sobre tecnología y factor humano: “¿IFATCA? ¿Qué es eso?”, se burló Laursen ante un auditorio atestado de controladores aéreos de todo el mundo, en una poco cariñosa alusión al supuesto desconocimiento de Brenner de las angustias reales de la profesión. O las mil incidencias que tuvo que resolver el pequeño ejército uniformado con pantalón beig y polo celeste que, integrado por controladores aéreos voluntarios y al mando de Marta Álvarez, se ocuparon de tooooooda la variada intendencia de la conferencia anual de IFATC y su medio millar de congresistas, incluyendo la cuidadosa señalización de los alimentos en cada uno de los almuerzos tomados de pie, en atención a los musulmanes presentes en la conferencia. Y por supuesto las tropecientas fotografías que esta pequeña ONU de controladores aéreos de todo el mundo y su variada vestimenta multiétnica se tomaron en todas las esquinas soleadas de Expomeloneras.
En lo tocante al trabajo periodístico, esta publicación digital, estrenada el mismo día que arrancó la conferencia anual de IFATCA 2014, quiere agradecer expresamente toda la ayuda prestada por la organización de USCA (Unión Sindical de Controladores Aéreos) para hacer accesibles todos los datos, todas las sesiones, todos los ponentes y traducir al cristiano la no siempre sencilla jerga cotidiana de este sector profesional. Pero sobre todo: a David Guillamón por su aplomo y su sonrisa permanente, a Alfonso Guerrero por estar pendiente de la agenda de entrevistas (entró controlador y hubiésemos querido que saliera periodista), a Ignacio Baca y Fernando Marián (Aprocta) por hacernos comprensibles los misterios satelitales del ADS-B y el ADS-C y de forma muy, muy, muy especial a María Serrano por su paciencia, su esmeradísima atención y las muchas horas que dedicó a ayudarnos como traductora simultánea. ¡Gracias!