Garnier, el aventurero que pilotó el primer vuelo sobre Canarias

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A lo largo de su trayectoria como aviador, Leoncio Garnier marcó varias hitos, como ser el primero en sobrevolar el cielo de Canarias, hace ahora 103 años

 Marina Suagar

Eran las tres de la tarde del miércoles 30 de abril del año 1913, cuando los vecinos y transeúntes de la zona de la Cícer en el barrio de Guanarteme, en Gran Canaria, se vieron sorprendidos por la silueta y un ruido extraño sobre sus cabezas. Al alzar la vista pudieron ver, por primera vez, la estampa de un avión en el cielo surcando la playa de Las Canteras de Las Palmas de Gran Canaria. Ese día, Leoncio Garnier (Auxerre 1883-San Sebastián 1963), un aventurero francés de 32 años, se convirtió en el primer piloto que se atrevió a sobrevolar el cielo de Canarias.

La hazaña tuvo como testigos no sólo a los vecinos de Guanarteme y de algunos puntos de la parte alta de la ciudad, que desde sus azoteas no daban crédito a lo que estaban viendo, sino que también congregó a cientos de curiosos que se habían enterado de la presencia del piloto galo. Ese día, muchas personas pudieron ver cómo Garnier realizaba varias vueltas sobre la playa de Las Canteras a bordo de un aeroplano Blériot XI, con un motor  tipo Anzani de 25 caballos de potencia  que podía alcanzar una velocidad de 110 kilómetros por hora.

Leoncio Garnier  había llegado al puerto de la Luz  desde Tenerife, el 20 de abril, en el barco Reina Victoria de la compañía Trasmediterránea, acompañado por su esposa Sara Somech, que siguiendo la afición de su marido y sin su aprobación, se estaba preparando para conseguir  el título de piloto, una afición poco usual para las mujeres de la época. El matrimonio francés  y  el mecánico español Agustín Mañero viajaron en el mismo buque con el aeroplano biplaza, que había sido cuidadosamente desmontado y preparado para el viaje entra las Islas  y que iba a protagonizar un hito histórico de aviación en Canarias. El motor, la hélice y la estructura se habían construido con madera de fresno y de bambú y el conjunto estaba revestido con tubos de acero y tela engomada.

El primer vuelo a motor en las Islas se realizó en una explanada junto al antiguo torreón de la Cícer y la fábrica de salazones de El Rincón, dónde hoy en día se encuentra el colegio público Fernando Guanarteme. Para ello, se había acondicionado una especie de aeródromo en el camino de tierra que recorría el barrio de Guanarteme, rodeado de amplios y extensos arenales que ya hoy no existen. Garnier quiso realizar su primer vuelo de prueba en la zona aledaña a la playa de Las Canteras, en cuyo paseo público existe una placa conmemorativa que recuerda la hazaña del aviador francés, dónde efectuó tres vueltas en círculo admirando la belleza de la playa capitalina y ante la atónita mirada de los vecinos.

La hazaña tuvo como testigos, según la prensa de la época, a más de 6.000 personas que siguieron con atención todo el proceso de ensamblado de las piezas del biplano. A las 15:00 horas, el aviador Garnier se colocó frente a los mandos de su avión y su mecánico Mañero accionó la hélice para el encendido del motor provocando el júbilo de los presentes que aplaudieron cuando vieron al aviador despegar en solitario sobre sus cabezas. Su primer vuelo sólo duró cuatro minutos pero causó gran expectación, por lo que media hora más tarde volvió a despegar, pero esta vez  acompañado de Jaime Company Escandell, que se convirtió en el primer residente canario que voló en aeroplano. Company era conocido en Canarias porque, desde 1894, realizaba ascensiones en globos aeroestáticos en Tenerife y Gran Canaria, dónde se había establecido. Más conocido como capitán Guillaume, en 1896, efectuó un vuelo en globo sobre Arucas, y en 1910 realizó una travesía entre la capital grancanaria y Telde.

A lo largo de la jornada de aquel 30 de abril, Garnier realizó dos vueltas más y, desafortunadamente, antes de iniciar el último vuelo su mecánico recibió un golpe de la hélice en la mano, ya que, entonces,  el sistema de encendido del motor se hacía sujetando la hélice con ambas manos para impulsarla con los brazos. Esta operación siempre tuvo su riesgo, hasta que, años más tarde, se instalaron las manivelas y, posteriormente, los mecanismos de encendido automático. El lesionado Mañero tuvo que ser atendido por voluntarios de  la Cruz Roja al sufrir varias fracturas en la mano. Pese a este incidente, sin consecuencias graves, Garnier continuó con su empeño en realizar la prueba que tenía prevista y él mismo se encargó de accionar la hélice, corriendo el mismo riesgo.

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Para ejecutar el vuelo, varios voluntarios del público tenían que sujetar la cola del avión para evitar que el aeroplano saliera despedido al encenderse el motor, puesto que en esa época no existían los frenos. En el último vuelo del día y cuando le acompañaba el gobernador militar de Gran Canaria, José Sierra, Garnier se animó a sobrevolar no sólo la playa de Las Canteras, sino también La Isleta, la Bahía del Confital y llegó hasta Tamaraceite, para volver a aterrizar en Guanarteme, y el 4 de mayo, pudo saludar desde el aire a los vecinos del pueblo costero de Agaete, pero esta vez acompañado de su fiel mecánico, ya recuperado.

A la vuelta de este viaje y antes de llegar a la capital grancanaria, el aviador y su compañero tomaron tierra en la Villa de Arucas, donde fueron recibidos y agasajados por los vecinos y las autoridades locales. Ese día se estableció la primera conexión aérea entre dos poblaciones canarias, ida y vuelta y con un pasajero. Antes de abandonar Gran Canaria,  el aventurero francés protagonizó dos vuelos más con su esposa, que pasó a la historia como la primera mujer que surcó el cielo de Canarias.

Hoy en día se recuerda esta hazaña de la historia de la aviación en Canarias, que en 2013 celebró su centenario, con una placa conmemorativa colocada en la Plaza del Aviador Garnier, en la zona de la Cícer, en el Paseo de Las Canteras, y en la que se puede leer: “En la llanura de Guanarteme tuvo lugar el 30 de Abril de 1913 el primer vuelo sobre Canarias, realizado por el aviador francés Leonce Garnier. En homenaje a quienes lo hicieron posible y a la Aviación. Las Palmas de Gran Canaria a 30 de Abril de 2003”.

En 2014, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria instaló una réplica del aeroplano de Garnier, que se puede ver en la rotonda cercana al Auditorio Alfredo Kraus, junto a la playa de Las Canteras, donde el pasado año se desarrolló una gran exhibición aérea con motivo del centenario de la aviación en Canarias. Por el mismo motivo, Correos puso en circulación, en 2013, un sello conmemorativo, por valor de 0,52 céntimos, que ahora se ha convertido en objeto de coleccionistas.

Leoncio Garnier fue sin duda alguna un aventurero de su época, osado y valiente, que a lo largo de su trayectoria como aviador marcó varias hitos, como ser el primero en sobrevolar el Canal de la Mancha (1909), los Pirineos o la Playa de La Concha en San Sebastián (1912). Leoncio, un mecánico de nacionalidad francesa que tenía su taller en San Sebastián, construyó su primer avión con sus propias manos, en 1912. Garnier alcanzó tanta fama y prestigio en España que llegó a fundar, en Vitoria,  la primera escuela de pilotos de aviación civil en Europa, que llevó su nombre, y a tener una pequeña flota de varios aviones Blériot XI para sus exhibiciones.

 

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