Un cielo caprichoso y un mar camaleónico que muta de color a lo largo del día al dictado del sol o de las nubes hacen de la playa de Las Canteras algo más que la piscina natural más bella del mundo o el gimnasio gratuito de miles de ciudadanos y turistas en Las Palmas de Gran Canaria. La secuencia de fotos, tomada este lunes 4 de agosto, demuestra cómo Las Canteras, un auténtico espectáculo de la naturaleza, puede evolucionar en apenas doce horas desde los azules metálicos que dejan las mañanas nubosas a la luz dorada que acaricia la ciudad si el sol se abre paso entre las nubes antes de esconderse por el oeste. A mitad del día y después de una lluvia fina y unos grises casi londinenses, un azul limpio y oxigenante logra imponerse a la panza de burro, denostada por los bañistas, pero agradecida por aquellos que trabajan en agosto y saben que bajo su paraguas se está más fresco. Son las mil caras de la joya de la corona de la capital grancanaria, un milagro de agua, oxígeno y oligoelementos.