El Sindicato Libre de Trabajadores Aéreos exige a la AESA que extreme la inspección sobre las empresas del sector, al detectar intrusiones con riesgo de colisión en el aire, descuido de los procedimientos y sobrevuelos prohibidos sobre núcleos urbanos
El Sindicato Libre de Trabajadores Aéreos (SLTA) ha exigido a la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) que extreme la inspección sobre la actividad de las empresas y los pilotos que trabajan en el área de extinción de incendios, al detectar un inquietante cúmulo de denuncias sobre malas prácticas que conllevan según el colectivo un grave riesgo para otros operadores e incluso para la población. Entre esas prácticas irregulares, el sindicato denuncia la intrusión sin previo aviso de algunos pilotos en áreas donde operan otras aeronaves, con riesgo de colisión entre ellas, la caída de cestas de agua y el sobrevuelo prohibido sobre núcleos urbanos o sobre personal de extinción. A jucio del SLTA, esta situación se produce ante la combinación de factores de riesgo, como una insuficiente experiencia específica de algunos pilotos en el combate de incendios, el comportamiento negligente de algunas empresas y la falta de una inspección eficaz por parte de la AESA.
Este colectivo ha hecho pública su denuncia después de recibir “reiteradas notificaciones alertando del incumplimiento de las normas básicas por parte de algunos pilotos de helicópteros de lucha contra incendio, que suponen un serio riesgo para la seguridad del riesgo de aeronaves y de la población”. Por esta causa, exige a la AESA que se responsabilice de la vigilancia de estas operaciones y que se dote “cuanto antes del personal y los medios necesarios para ejercer las labores que le corresponden en materia de inspección, supervisión y ordenación de trabajos aéreos”. También reclama a la agencia que use de forma eficiente su potestad sancionadora para castigar comportamientos que supongan una infracción de las normas de aviación civil.
El sindicato recuerda que la lucha aérea contra incendios obliga a las tripulaciones a desarrollar su tarea en condiciones extremas y muy hostiles, con exposición a altas temperaturas, baja visibilidad, cables de alta tensión, humo, ausencia de radioyudas y cartas de aproximación, en condiciones ambientales cambiantes y con la coincidencia de “gran cantidad de aeronaves operando en un espacio muy reducido”.
En ese contexto, el sindicato recuerda que cualquier falta de profesionalidad y de coordinación puede tener consecuencias trágicas, especialmente en casos de grandes incendios forestales que exigen la presencia de un alto número de aeronaves. El SLTA recuerda que los pilotos al mando “tienen la responsabilidad de notificar tanto su posición como sus intenciones”, en tanto que “los helicópteros de coordinación, a modo de controladores aéreos, son los encargados de efectuar una correcta sincronización entre los medios, trazando rutas y entradas, tanto a los puntos de agua como al incendio”.
Sin embargo, y aunque la gran mayoría de los pilotos hacen gala de su profesionalidad, hay otros, refiere el sindicato, que no respetan los mínimos de organización y “se introducen en los espacios aéreos congestionados sin someterse a coordinación previa, provocando con ello situaciones de enorme riego”.
El sindicato relata en concreto los sucesos reportados por varios hidroaviones de una empresa, que “en un vuelo de formación para la descarga de agua, se vieron forzados a abortar la maniobra en corta final para evitar la colisión con dos helicópteros (pertenecientes a una brigada contra incendios) que no habían ni comunicado por radio sus intenciones ni notificado su posición”.
El SLTA cree que las malas prácticas corresponden a un perfil de pilotos “muy similar, la mayoría procedentes de servicios completamente distintos al de la operación de incendios forestales, en el cual solo permanecen unos pocos meses, o incluso días, en verano”. Y recuerda al respecto que la normativa es clara al exigir unos requisitos mínimos de experiencia para comandar este tipo de aeronaves.
El sindicato conecta esta situación de insuficiente experiencia previa con el “oscurantismo empresarial de muchos operadores más preocupados por maximizar beneficios que de operar con unos estándares mínimos de calidad o incluso acordes a la ley. La consecuencia es”, remata, “que hay pilotos que no se atreven a realizar notificaciones de seguridad ante la sensación de desamparo de una autoridad que deja campar a sus anchas a las empresas”.