La compleja operación para intentar extraer la nave del Atlántico queda suspendida por la imposibilidad de realizarla durante la noche
La operación de izado del helicóptero del SAR accidentado hace una semana a 45 millas de la costa de Marruecos se reanudará este jueves 29 de octubre al amanecer, siempre que el mar lo permita. Los trabajos para intentar extraer la aeronave del fondo del mar tras su hallazgo a última hora de la mañana del miércoles han quedado detenidos al caer la noche, por la imposibilidad material de realizarla sin luz natural, confirmaron a esta web fuentes oficiales del Ministerio de Defensa. Mientras tanto, los familiares de los militares desaparecidos el día del accidente, el pasado jueves 22 de octubre, pasarán la séptima noche desde el accidente sin tener la certeza de si los cuerpos están atrapados en el interior de la nave. El juez togado militar negó este miércoles al ministro de Defensa, Pedro Morenés, tener constancia de este hecho, que no certificará hasta que se produzca el izado de la nave y que lógicamente se comunicará a las familias antes que a nadie.
El helicóptero del SAR se encuentra a unos 45 metros de profundidad, mucho más cerca de la superficie que la nave idéntica siniestrada en marzo de 2014 y en la que murieron cuatro militares. Pero su extracción del mar es una operación muy compleja que exige entre otras cosas la presencia de buzos en el lecho marino donde reposa el helicóptero. La operación tenía previsto comenzar este mismo miércoles, pero el juez togado militar que instruye el caso advirtió desde el primer momento que no se acometería sin tomar todas las precauciones. Así que, debido a las malas condiciones del mar y la caída de la noche, la operación de izado ha quedado pospuesta hasta las primeras horas del jueves y queda condicionada además a que las condiciones del océano lo permitan. Ya las operaciones de búsqueda se habían visto complicadas por la presencia de tiburones en el área marina donde se realiza la búsqueda, hasta el punto de que el Ejército dispuso un tirador de élite en una embarcación ligera para asegurar la protección de los buzos que participan en este complicado operativo.
Desde horas antes, ya estaban este miércoles en la zona de búsqueda tanto el juez togado militar como los miembros de la Comisión de Investigación Técnica de Accidentes de Aeronaves Militares (CITAAM), a bordo del buque de vigilancia marítima Rayo. La presencia de todos ellos en el área de búsqueda hacía presagiar un desenlace inminente y éste empezó a conocerse cuando el ministro Morenés citó este miércoles de forma imprevista a los familiares en la Base Aérea de Gando: a las 15:30, el titular de Defensa trasladó a las familias la noticia del hallazgo de la cabina del helicóptero bajo el mar.
La suspensión del izado al menos hasta el amanecer ha sido confirmada esta noche por Defensa, que tampoco quiere correr riesgos. Tanto el juez togado como el Ministerio de Defensa saben muy bien cuál podría ser el coste de una operación realizada sin todas las garantías: perder el aparato si se fractura durante la travesía de ascenso y lo que sería mucho peor, arriesgarse al extravío de los cuerpos de los tripulantes si estuvieran en el interior del aparato y resultaran despedidos de la cabina accidentalmente en el transcurso de la operación.
Esta dramática situación ya se produjo durante el rescate subacuático del Super Puma del SAR que se estrelló en el mar en marzo de 2014, en una operación mucho más compleja debido a la enorme profundidad (2.400 metros) a la que estaba situado entonces el helicóptero. A pesar de haber verificado mediante robots submarinos entonces que los cuatro cuerpos estaban en la cabina antes del ascenso, la operarión de izado se saldó con la pérdida en el mar de dos de los tripulantes. Al llegar a la superficie y cuando una grúa realizaba el izado final de la nave, un golpe de mar provocó un pequeño choque contra el casco del barco y otro cuerpo salió despedido. Cuando los buzos de la Armada salieron en su busca para no perder este cuerpo, su propia vida corrió peligro por la caída de un trozo de fuselaje. Por esta causa, tanto el juez como Defensa tratan de tomar ahora todas las precauciones para que esta terrible secuencia de hechos no se repita si llegara a verificarse que los cuerpos de los tripulantes están en el interior de la cabina.
Y mientras tanto, el calvario se repite con una cruel e inhumana precisión: los familiares de los tres militares desaparecidos el 22 de octubre tendrán que esperar aún algunas horas más para despejar del todo la dolorosa incógnita que les atenaza desde que el helicóptero cayera al mar, en un aparente amerizaje de emergencia, a última hora de la mañana del 22 de octubre.
El Súper Puma regresaba de una misión de adiestramiento en Senegal cuando hizo una escala en Mauritania y acto seguido emprendió un vuelo de regreso a la Base Aérea de Gando en Gran Canaria, a donde nunca llegó. Las balizas de emergencia del helicóptero saltaron a las 15:05 y la señal enviada vía satélite puso en guardia al centro de control civil y militar de Gando. Seis horas después, el Ministerio de Defensa anunció que los militares habían sido rescatados por un barco pesquero que a continuación los iba a transferir a una patrullera marroquí para su desembarco en el puerto de Dakhla. Pero el barco con los militares a bordo nunca llegó y Marruecos se excusó al día siguiente con España por haber transmitido una información sin confirmar en la que se mezclaban datos de pesqueros y militares tanto marroquíes como senegaleses.
Ahora, hasta que no finalice la operación de rescate, que ha hecho revivir muchas horas de dolor a las familias del SAR golpeadas en 2014, tampoco cesará el calvario que están sufriendo los familiares de los dos pilotos José Morales Rodríguez y Saúl López Quesada y del sargento Jhonander Ojeda Alemán, único superviviente del accidente del Súper Puma que se estrelló en 2014. El jueves 22 de octubre era el día de su 27 cumpleaños.
(En la imagen, fotografía de archivo de las unidades de buceo de la Armada española).